sábado, enero 25, 2014

PALABRA POR PALABRA

Morir es, en líneas generales, inevitable.
Los demonios y los dioses pagan precios demasiado altos por exhibirse con jactancia a lo largo de los siglos: la devoción y el odio son eslabones de una cadena que los ata al vacío de un insoportable presente perpetuo.

Me consuela saber que mi muerte se anticipará a tu olvido. Que tus labios rozarán los párpados de mi última noche, aunque insistas en creer que entre vos y yo sólo hubo lo que has escrito en esta carta de despedida que echo al fuego y miro arder, palabra por palabra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario