sábado, abril 20, 2013

JUEGOS



¿A qué jugás?
El pibe, no más de cinco, seis, exagerando, no entiende mi pregunta.
Ahí sentado en el umbral de una casa que no es tuya –le digo: ¿te perdiste?
Me mira y se incorpora, toma aire, como si fuera a dar un salto que lo excede hacia alguna orilla demasiado lejana. Exhala, me da la espalda, apoya su mano sobre el picaporte de la puerta de la casa y entra.
Entro tras él, pasado el primer momento de sorpresa: es mi casa, vivo solo y nadie más que yo tiene la llave.
Recorro la casa buscándolo, primero con cierta displicencia, habitación por habitación, los muchos escondites de una casa vieja. Y nada.
Pasaré el resto de ese día y los siguientes buscándolo, recorriendo pasillos, recovecos, el altillo.
Tal vez un día, temprano en la mañana y apenas por un rato, lo encuentre jugando en el patio.

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