Te pregunto si me mueres y
sorprendida respondes: querrás decir si te quiero.
Y yo: no, que me quieres lo
he sabido siempre, necesito ahora enterarme de qué furia se debate en la
trastienda de tus ojos para que me mueras sin decirlo.
-Te muero por besarte, mis
labios rojos son tu última certeza, te muero, claro que te muero- dice alguien
con tu voz desde muy lejos.
Y al abrazarnos se nos va la
vida en inmerecidos perdones.
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