jueves, junio 28, 2012

LA POESÍA NO NACE DE UN REPOLLO


La poesía es guerrillera. Ataca y se repliega.
Dante Lobardo va colgado del camión de basura, salta en busca de las enormes bolsas, las revolea hacia la boca insaciable del mionca cuando zás, pum, mamita, me iluminé –grita.
El compañero recolector lo mira como a un loco, aunque no se sorprende porque lo conoce, está al tanto de los ataques.
-Te dio el ataque místico- dice, resignado a lidiar con el trabajo de su compañero poeta que está ya sentado en el umbral de un edificio de departamentos, anotando lo que le dictan sus musas grasientas, cirujas, basureras.
-Dale, Dante, que se nos va el camión- le advierte.
-Perá, perá… que me falta un verso pa´la cuarteta.
El chofer se asoma y amenaza con dejarlos de seña en ese umbral, una fila de autos se va alargando detrás del camión, festival de bocinas, de gritos, de discusiones entre automovilistas.
Dante Lobardo aúlla.
-¡Yassssssssssstaaaaaaaaaaá!
Grito de guerra, de victoria sin muertos, de placer triturado entre carcajadas demolidas por los líquidos de una putrefacción que se vindica fundacional del absoluto.
-Ché, no entiendo un carajo de lo que escribiste- el compañero, que intenta descifrar lo que Lobardo sembró en su libreta.
-Hay que darle tiempo- desliza Lobardo, confidente, mientras el camión arranca y los autos y las bocinas y la sirena de una ambulancia con un muerto en emergencia: -A la poesía hay que darle tiempo, gilún. La belleza no nace de un repollo.

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