miércoles, mayo 23, 2012

PREMIO AZABACHE DE NOVELA NEGRA: Mis razones de un fallo unánime


Con Lucio Yudicello y Leonardo Oyola conformamos el jurado del premio de novela negra Azabache. En una apretada semana me despaché las novelas finalistas y discutí con mis colegas de qué iba cada una y con qué méritos. Elegimos La soledad del mal y, como primera finalista –que será también editada por EDUVIM-, Postales de Río.

Debo decir que Postales… estuvo ahí, arañando a La soledad…, por su potencia narrativa y su original mirada sobre la violencia urbana. Una novela que te recomiendo leer en cuanto se edite, si sos amante del género y no le tenés miedo al miedo que te infunde, al dolor que la impregna como si hubiera sido escrita con un bisturí que hiere tu carne.

Nos decidimos finalmente por La soledad del mal porque coincidimos en que se trata de una obra madura, que en poco tiempo podría erigirse en canónica del género, despojada de efectismos, profunda como la mortal relación que el protagonista establece con sus víctimas.

Si el premio no hubiese sido de “novela negra”, confieso que habría dado hasta mi sangre por apoyar a La muerte larga de Raúl Marelli, una novela escrita con maestría singular y serena en el panorama desorbitado de la actual literatura argentina, sin los habituales efectismos de alguna auto proclamada vanguardia, un libro que recupera voces y cadencias como alguna vez supo hacerlo Manuel Puig en La traición de Rita Hayworth, pero que en el final estalla en un atardecer de la pasión contenida, una manera como pocas he visto –o leído- de escribir sobre la impotencia y la pérdida.

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