domingo, abril 17, 2011

PROMESA

Se quedó dormida, se vistió y sale casi sin mirarse al espejo, cruza la calle corriendo, el auto la levanta un par de metros y cae sobre el asfalto mojado por la llovizna.

Mientras los que vieron el accidente corren hacia el cuerpo yacente, ella sigue corriendo sin preguntarse cómo es posible y a dónde va, tan temprano, tan sin arreglarse. Llama a la puerta de una casa cercana, o tal vez distante, quién sabe. El hombre que la atiende tiene la edad que tendría hoy su padre. Si le preguntara qué busca, ella no sabría explicarle, pero el hombre la hace pasar, callado, y la guía hasta la sala. Sólo ve el respaldo del sillón, el favorito de su padre, lo único que desapareció de su casa cuando su madre le dijo que había muerto. En ese sillón le leía a ella los cuentos de la infancia, le hablaba de los tiempos felices que la esperaban apenas creciera.

Creció y sin embargo, esta mañana, despertó sobresaltada aunque sin pensar en él, sin recordar la promesa incumplida que ahora, al acercarse ella al sillón y al permitir que quien está sentado en él vuelva a abrazarla, empiece tal vez a ser realidad.

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