sábado, abril 16, 2011

CUARENTA AÑOS

Cuando estás harto de la propaganda oficial y de las descalificaciones de la oposición, cuando te sacudieron que la Argentina crece al 9% o que la incertidumbre frena las inversiones pero cuando nosotros seamos gobierno todo va a cambiar, hacés la prueba de apagar todos los electrodomésticos, incluido el televisor y la notebook, de quemar los diarios que compraste, salís de casa y empezás a andar.

No hace falta que cruces la General Paz porque ahí nomás, a pasos del barrio de los muertos que llaman Recoleta, vas a ver que muchos ni se enteran del progreso, del crecimiento al 9% ni de las promesas de una oposición que, con sus políticas cuando gobernaron –y gobernaron durante décadas- estuvieron en el origen del descalabro.

Y si cruzás a lo que llaman conurbano, agarrate catalina aunque no seas Catalina. Barrios superpoblados de indigentes, refugios de narcos, dormideros de un proletariado que sobrevivió a las promesas, que intenta organizarse para que el delito de uno y otro bando no se los lleve por delante.

Y si salís de la ciudad-puerto y te internás en las provincias vas a ver los palacios de los dueños de la soja y los ranchos de los trabajadores rurales, y la misma pobreza que viste hace cuarenta años cuando te prometían y vos mismo te prometías que todo iba a cambiar, que la siguiente década sería socialista.

No hubo socialismo, ni el capitalismo civilizado que los fascistas disfrazados de demócratas clamaban defender. Hubo represión salvaje, ahogo económico, terror, iglesia católica, una guerra y otra que casi.

Cuando ves a la izquierda prometer una revolución que estaría a la vuelta de la esquina pero das vuelta a esa esquina y no está, y tampoco está la izquierda sino grupos que se disputan ferozmente la hegemonía y se reclaman poseedores de una doctrina y una práctica indiscutibles, es cuando pegás la vuelta, cansado de andar.

Y a la tele, a la notebook y a los diarios que se salvaron del incendio.

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