miércoles, marzo 30, 2011

POR DECIR ALGO

No puedo dormir. Tampoco la ciudad, gente en los bares, autos vacíos en doble fila con el motor en marcha, relámpagos contra un cielo estrellado, calor y una luna redonda y gris, sucia, algo borracha.

Compro cigarrillos, enciendo uno, aspiro como si fuera el último antes de mi ejecución. Y vuelvo a verla.

-Hola, marciano- me dice, remera que amordaza sus tetas, falda roja que le cubre apenas el culo, tacos altísimos, melena morena y labios rojos: -¿de qué plato volador bajaste, esta noche?

-Hace calor, en este condenado planeta- por decir algo, por acercarme y que ella me pida un cigarrillo pero encendido por mí, y que lo aspire, como yo antes.

Cuando ya volamos fuera de la atmósfera me dice, asomada al visor de la cabina de comando:

-Lo bueno de ser abducida es que tu polvo no llega a mis ovarios, queda flotando, como los sueños inalcanzables.

-Lo bueno de ser marciano es que mi polvo es de estrellas.

Por decir algo, siempre, por no abjurar del infinito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario