lunes, agosto 17, 2009

PATRIOTA


Aparece en la tele, en un canal de cable basura , un periodista que fue a Malvinas, en 1982. Era joven, entonces; hoy es viejo pero además luce carcomido por un óxido que no es del tiempo. ¿Arrepentido de sus apologéticas crónicas de la junta militar que decidió la aventura? Tal vez, aunque no por razones éticas sino porque quedó entrampado en aquella dialéctica mortífera, porque ya nadie le dio laburo en la Argentina y tuvo que irse.
Ahora vuelve, no sé a qué, ni él lo sabe. Pasa por mi televisor como una estrella fugaz llena de arrugas, una piedra muerta que sólo brilla por la fricción de la caída. Pobre infeliz, me digo, después de todo pudo ser sincero, creérsela, y apostar por la recuperación de Malvinas. El ejército de la patria, como los del campo hoy, se envolvía en banderas argentinas, cantaban el himno nacional, juraban vencer o morir mientras la task force británica preparaba el contraataque.
Patriotas. Este avejentado imbécil es un patriota. Critica a los generales canallas que se rindieron. Imagino su sueño recurrente: el Belgrano emergiendo calcinado de las aguas del Atlántico sur, sus soldados muertos en cubierta y en perfecta formación, el crucero de guerra poniendo proa al Obelisco, cientos de cadáveres desembarcando a la carrera, fusiles en alto y los fusiles disparándose en todas direcciones.
La guerra es esto -narrará, eyaculando plasma, el avejentado imbécil: -Se lucha por la patria -dirá-, y sólo la muerte sobrevive.
Apago por fin la tele, más basura que nunca.

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